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Airam,El Angel Nocturno

UN DÍA MÁS, UNA NOCHE MÁS, UNA HISTORIA MÁS

UN DÍA MÁS, UNA NOCHE MÁS, UNA HISTORIA MÁS

Estaban sentadas en la cocina, a la luz de unas velas de miel que alumbraban la estancia con colores tétricos y le conferían brillos vivos a los ojos verde gatuno de una de ellas.
La mesa llena de botellas de cerveza y los platos de la cena desperdigados por la encimera.
Un estúpido pensamiento pasó por su cabeza morena: Siempre terminaba tratando las cosas en una cocina llena de alcohol.
Veía llorar a su amiga y no encontraba palabras para consolarla, solo podía darle su hombro para llorar.
Al salir de allí solo podía pesar en que mal podía haber hecho esa chiquilla para lo que le estaba ocurriendo ahora. No había manera de entender por que a alguien como esa muchacha le negaban de forma definitiva la posibilidad de tener hijos. ¿Qué mal podía haber hecho?
Se acordó de Dulce, de todas las penurias que le hizo pasar a su cuerpo cuando no quería comer y en todas las similitudes que tenían sus dos amigas en ese preciso momento sin haberse conocido.
Al llegar a casa y sentarse en el ordenador se enrabieto. No quería pasar con ella lo mismo que había pasado con Dulce en su día. Miraba sin ver la pantalla del ordenador portátil. Paseaba por su memoria y se dio cuenta de que hacia dos años que faltaba Dulce. No podía creer que hubieran pasado ya dos años sin ella, sin sus sonrisas y sin sus discusiones. ¿Qué podía decirle ella a su amiga? ¿Qué tenía que comer, que no podía matarse de hambre por lo que había ocurrido?
Le entraron ganas de gritarle y discutir con ella, de darle un par de bofetones para que no se hiciera ese daño.
“Que fácil te resulta hablar a ti angelito que no sabes lo que es estar gorda y fofa” Eso se lo había dicho Dulce, mucho tiempo atrás tanto que parecía que habían pasado siglos y ahora otra amiga que no la había conocido le decía algo parecido.
Recordó el cuerpo esquelético a través de la ropa y los ojos verdes sin brillo, el pelo rubio estropeado. No parecía la misma chica que cuatro años antes la había ayudado en una terraza a tragar las emociones del 11-M. Le faltaba la alegría. Algo que tambien le había dicho a ella.
Si lo pensaba a ella tambien le faltaba la alegría pero por otras razones y muchos se habían dado cuenta pero ninguno había acertado en que era lo que la mantenía tan descontenta hasta que habían hablado ellas dos solas.
“Si me lo permites, Airam, deja el trabajo de las mañanas que te esta matando.”
Después de la cantidad de cervezas que llevaban veía normal que le dijera eso, pero en ese momento que lo pensaba llevaba razón, el trabajo de las mañanas la tenia muy quemada, pero no podía dejarlo por que tenia que comer. Se preguntaba como sabría su amiga que el trabajo de las mañanas no le gustaba un pelo y que no se sentía cómoda.
Hablando por teléfono se lo dijo: “Te he oído hablar de los dos curros, te he visto sonreír con el curro de la tarde y con cara de resignación por el de la mañana. Me apostaría a que por las mañanas no eres feliz”
Y lo peor es que llevaba razón, ella la había visto en algunos de los peores momentos en la cafetería y de su propia vida, no podía negar que la conocía bien.
Tambien echaba de menos a Emilio, Mayka y los demás. Se estaban convirtiendo en una historia más y le daba miedo.
Aquel se estaba convirtiendo en un día más. Y el día siguiente seria un día más de trabajo y de callar a los comentarios que no le gustaban o de que intentaran meterse en su vida.
Nunca había sido muy dada a hacer nuevas amistades y cuando intentaban imponérselas era como para huir más de esas personas.
Un miedo que acechaba en sus noches desde la muerte de su perrito era que tambien los demás se convirtieran en un sueño, sobre todo su pareja.
Tenía miedo de perderle.
Había de reconocer que le estaba costando admitir que la quería a ella como era, y habían tenido unas cuantas broncas desde principio de año.
Lo cierto es que estaba psicológicamente agotada y no sabia reaccionar a lo que le ocurría a su amiga.
Sin darse cuenta las semanas se habían convertido en otros días, otras noches añadidas a la cuenta. Los días más tranquilos eran aquellos que no tenía que trabajar por la mañana y los fines de semana. Tenia que descansar y reaccionar, tenía que volver a ponerse en movimiento porque lo necesitaba.
Aquella noche miraba al techo y se daba cuenta que no estaba preparada para volver a pasar las cosas que había pasado con Dulce, no tenia fuerzas para volver a empezar con eso.
Al dormir se dio cuenta de que había sido un día más, una noche más una historia que se repetia…
¿Qué puñetas podía hacer para ayudarle?

Desde su rincón del ciberespacio:

Airam,el Angel Nocturno

1 comentario

Mi Sombra -

Yo no tengo una respuesta a tu ultima pregunta, xo supongo que tener una persona con la que desahogarse es un buen primer paso.

Un abrazo